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Resalte en la zona inicial del Barranco de Trasito Inferior (Huesca) |
Dentro del cañón
Antes de aventurarnos en el interior de un cañón, deberemos tener en cuenta una serie de precauciones y consideraciones, además de platearnos algunas cuestiones primordiales. Hemos reunido las que a nuestro juicio son más importantes, desarrollando así el decálogo del barranquista precavido:
1. Aunque existen barrancos relativamente sencillos, antes de abordar cualquier descenso debemos conocer su dificultad y saber cuál es su estado actual. Así mismo debemos ser conscientes de nuestro nivel técnico y del nivel técnico del resto de personas que componen el grupo. Contar con los máximos conocimientos técnicos nos permitirá, llegado el momento, salir airosos de cualquier imprevisto.
2. Actualmente existe una escala bastante estandarizada que determina la dificultad de un cañón. Fue elaborada hace algunos años por las federaciones francesas de espeleología y de montaña y escalada, en concertación con diversos sindicatos de guías y profesionales del mundo de la montaña. La escala se compone de siete niveles, siendo el nivel uno muy fácil, el dos fácil y así sucesivamente hasta llegar al séptimo nivel, que cataloga los cañones extremadamente difíciles y muy expuestos. La escala baraja aspectos tan variados como la altura y dificultad de los rápeles, la existencia de destrepes o escaladas y su dificultad, los posibles movimientos de agua, los saltos y toboganes y la longitud de los mismos, para así determinar con la mayor exactitud posible la dificultad de un descenso. Ahora bien, debemos tener muy presente que el gran condicionante de cualquier cañón es el nivel de agua, ya que un barranco acotado en el nivel uno o dos, en función de la geología del terreno puede convertirse con relativa facilidad en un torrente impetuoso tras una fuerte tormenta, o como consecuencia del deshielo durante las cálidas tardes primaverales.
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Gorgas del Cady Inferior, en Casteil (Francia) |
3. Debemos recopilar la información necesaria sobre el cañón. Existen muchas guías publicadas con las topografías y las descripciones de los descensos de la gran mayoría de los macizos montañosos. Accesos, retornos, fichas técnicas, escalas de dificultad o croquis, son puntos analizados en cualquier guía. Es muy interesante llevar copias de los mismos dentro del cañón, en el interior de algún pequeño porta-mapas estanco.
4. Deberemos también contar con unos conocimientos mínimos sobre el medio natural de los cañones, que nos permitan salvaguardar el ecosistema tan frágil de los ríos de alta montaña.
5. No olvidaremos tampoco que el río es un elemento vivo y que como tal los cañones pueden sufrir súbitas variaciones de sus condiciones como consecuencia de fuertes lluvias. De ahí que sea tan importante contar con información meteorológica de primera mano y última hora, antes de adentrarse en cualquier cañón. Precaución también con los descensos que tienen el cauce regulado por presas, ya que su apertura podría convertir el cañón en un parque acuático.
6. La seguridad del grupo tampoco debe dejarse de lado. Debemos tener presente los riesgos a los que estamos expuestos, saber cómo actuar en caso de accidente, contar con una forma física adecuada al tipo de cañón a descender, controlar los horarios, comunicar a alguien a qué cañón nos dirigimos y la hora aproximada de regreso y sobre todo ser prudentes.
7. Técnicamente contaremos con todo el material necesario tanto a nivel individual como colectivo.
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Barranco de Gabieto, en Valle de Bujaruelo (Huesca) |
Los materiales
Lejos han quedado aquellos materiales pesados y poco efectivos que portaban los primeros exploradores. En los últimos años los materiales han evolucionado vertiginosamente y hasta han comenzado a comercializarse elementos específicos para el descenso de cañones.
El descensor Pirana del fabricante Petzl o el De-Jump de Kong Bonaiti, han sido desarrollados con unas características especialmente diseñadas para descender tramos verticales en los que existe una caída de agua.
Otros fabricantes como el francés Resurgence, diseñó una pequeña mochila para guardar la cuerda dotada de un sistema de evacuación de agua, que bautizó con el nombre de Kit Boulé, o como diríamos por nuestras latitudes “saca de bola”. Esta mochila, tan sencilla como ingeniosa, supuso una verdadera revolución en las maniobras con cuerda, ya que las agiliza y simplifica notablemente.
Marcas como Salomon o Five Ten comercializan calzado específico para su uso en cañones. La protección que ofrecen estas botas, su duración y especialmente la adherencia que proporcionan en terrenos mojados es sencillamente sorprendente. ¡Atrás quedaron los patinazos y los movimientos de bailarina antes de caer de bruces!
También contamos con materiales que, aunque no se han diseñado expresamente para su uso en cañones, vienen de otras actividades afines al medio acuático. Trajes de neopreno de dos piezas y diferentes espesores, escarpines y guantes para la protección de pies y manos, chalecos de neopreno y prendas térmicas de lycra, ofrecen una perfecta protección frente al frío. ¡Al fin podemos hacer cañones también en diciembre!
Las cuerdas de socorro de aguas vivas o los chalecos empleados en kayak, cuchillos de submarinismo, protecciones de PVC para los arneses y neoprenos y demás artilugios, permiten trabajar con mayor seguridad y especialmente con caudales de agua superiores.
Más detalladamente, deberemos contar con el siguiente material personal para adentrarnos con seguridad en un cañón:
- Un casco de montaña o deportes de aguas vivas nos protegerá la cabeza de la caída de piedras y de golpes accidentales. Es interesante que posea perforaciones que faciliten la evacuación de agua durante los saltos.
- Un traje de neopreno de dos piezas con capucha junto a unos escarpines, unos guantes también de neopreno y alguna prenda térmica de lycra, serán los encargados de aislarnos de las bajas temperaturas del agua. El espesor recomendado del neopreno es de 5 milímetros, aunque también existen modelos que combinan espesores de 3 y 5 milímetros. Es aconsejable que el traje lleve refuerzos en los puntos de mayor desgaste.
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Salto de 7 metros en el Cañón del Formiga, en la Sierra de Guara (Huesca) |
- Unas botas con suela antideslizante nos permitirán movernos con seguridad y soltura en el terreno tan resbaladizo de los cañones. Existen modelos específicos para la actividad con suelas muy adherentes y con sistemas de cierre que carecen de cordones. Si el presupuesto no nos lo permite, también podremos utilizar botas de trekking de media caña, evitando los modelos de piel y las membranas impermeables, no obstante una bota específica es sin duda una de las mejores inversiones que podemos realizar.
- Un arnés de cañones, espeleología o escalada facilitará el anclaje de todos los aparatos de progresión vertical y nos permitirá suspendernos de la cuerda. Los modelos de escalada son menos resistentes a la abrasión y absorben mucha agua. Si se opta por un modelo de espeleología, se cerrará únicamente mediante un maillon con forma triangular o semicircular de 10 milímetros de diámetro. Con cualquiera de las tres opciones es aconsejable utilizar una protección de PVC, para preservar arnés y neopreno de la abrasión.
- Mediante un cabo de anclaje doble estaremos asegurados en todo momento en las zonas expuestas. Preferiblemente estará confeccionado de cinta con costuras dinámicas (Spelegyca comercializado por Petzl), o de cuerda dinámica de al menos 9 milímetros de diámetro, a la que previamente habremos realizado nudos de nueve u ocho en sus extremos. Llevará dos mosquetones asimétricos sin seguro, con el gatillo de cierre recto y bloqueados a la parte textil mediante una goma o similar.
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Tobogán de Gorgas del Cady Inferior, en Casteil (Francia) |
- Un trozo de cuerda dinámica de aproximadamente 2 metros de longitud y 10 mm de diámetro, permitirá confeccionar un nudo Valdostano que emplearemos excepcionalmente para descender a través de una cuerda tensa durante una posible maniobra de autosocorro.
- Los mosquetones con forma de pera o HMS con seguro, nos permitirán poner en práctica las diferentes maniobras con cuerda. Hay que tener precaución con los modelos que montan seguros automáticos o con sistemas distintos a la rosca, ya que pueden resultar difíciles de accionar con guantes y con las manos frías.
- Una mochila con un volumen medio de 40-45 litros, dotada de un sistema de drenaje y de un cinturón que facilite nadar con ella, permitirá el transporte de todo el material.
Otros materiales diversos nos ofrecerán seguridad y confort:
- Un cuchillo nos permitirá cortar cuerdas viejas o la cuerda de progresión en una maniobra de autosocorro.
- Un silbato permitirá la comunicación con el resto del grupo, cuando el ruido del agua impida hacerlo mediante la voz o mediante un código gestual diseñado a tal efecto.
- Una cantimplora situada en un lugar accesible nos mantendrá hidratados en todo momento.
- Un bidón estanco contendrá comida y ropa seca, una linterna frontal y una manta de supervivencia. Además, alguno de los bidones deberá contener un pequeño botiquín, un teléfono móvil, un reloj, un mechero y quizá hasta un pequeño hornillo, elementos que serán de uso común a todos los miembros del equipo. Aunque existen bidones de diversos tamaños, para uso personal en un cañón de longitud normal bastará con uno de 6 litros de capacidad.
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Gorgas del Cady Inferior, en Casteil (Francia) |
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Barranco Lugar, en Escuaín (Huesca) |
- Un porta-mapas estanco y las reseñas del cañón que vayamos a descender nos permitirán saber en todo momento el lugar donde nos encontramos y la altura de la cascada a descender.
Tampoco os olvidéis que desde hace algunos años ya somos europeos. Existen unas normas y certificaciones que determinan las características técnicas de cuerdas, cintas, arneses o mosquetones, entre otros elementos. Por lo tanto, siempre que adquiramos un elemento de seguridad deberá disponer de la marca CE (conforme a exigencias Europeas), lo cual garantizará unas exigencias técnicas mínimas.
En el momento de adquirir un material textil como cuerdas, arneses, cabos de anclaje o cintas, deberéis verificar la fecha de fabricación, ya que independientemente de su uso y estado, por seguridad deberá ser desechado a los 5 años de su fabricación. Precaución también con los cascos, ya que al igual que los elementos textiles, caducan a los cinco años. Por suerte el material mecánico no es fungible, así que con un buen uso y siempre que no presente síntomas de desgaste, podremos utilizarlo durante muchos años.
¡Uf! No sé si podremos con todo, pero pensad que muchos de los utensilios que hemos detallado en las anteriores líneas nos pueden salvar de un buen apuro, hacer que un bloqueo accidental sea más llevadero e incluso salvarnos la vida. Además, en todos los grupos siempre hay un “cachas” al que no le importa ir cargado o al podemos engañar con relativa facilidad.
El descenso de cañones en nuestro país
Los barranquistas españoles podemos considerarnos privilegiados y no es para menos, ya que España es un país agraciado en cuanto a cañones se refiere. Con una catalogación de algo más de un millar de cañones, la península ibérica se sitúa en las primeras posiciones del ranking mundial, existiendo descensos con interés deportivo en prácticamente todas las comunidades autónomas de norte a sur y de este a oeste y hasta en las zonas insulares de Mallorca y Tenerife.
Ahora bien, la mayor concentración de cañones se encuentra en el Pirineo y Prepirineo Oscense. Dejando un poco de lado la archiconocida Sierra de Guara y cañones míticos como el del Río Vero, Gorgas Negras, Peonera y Balced, o barrancos como el de Mascún, Otín y Formiga, cuya calidad y estética son incuestionables, en la zona norte y ya en las proximidades de la frontera francesa, se encuentran otros cañones y barrancos que tienen poco que envidiar a los de la Sierra.
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Barranco de Aguaré, en Canfranc (Huesca) |
En las inmediaciones del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, encontramos las cuencas hidrográficas de los ríos Ara, Yesa, Yaga, Cinca y Cinqueta. Desplazándonos un poco más hacia el oeste la del Río Gállego y hacia el este la del Río Ésera. En su interior se encuentran cañones realmente majestuosos y, sobre todo, menos transitados que los de Guara. En ellos es posible vivir aventuras más íntimas e intensas, lejos de las aglomeraciones estivales que llegan a producirse en cañones como el del Río Vero, donde se ha cifrado en cerca de dos mil personas la afluencia diaria de visitantes en ciertos momentos.
Barrancos como el de Forronías, Gorgol, Furco, Consusa o Trasito y gargantas como las del Yesa, Escuaín, Miraval e Irués, entre otras muchas, esconden grandes caudales, rápidos, contracorrientes y fuertes rebufos. Sin embargo, la otra cara de la moneda también se encuentra representada, con lugares sombríos y sobrecogedores de aguas tranquilas y cristalinas. El abanico de posibilidades es tan amplio como variado, aglutinando desde descensos de escaso desnivel hasta los que arañan los 1.000 metros, como el descenso integral del Aigüeta de Eriste en las proximidades del pueblo de Benasque. Otros barrancos permanecen casi vírgenes y salvajes y son muy poco repetidos, como el de la Larri Superior en el Valle de Pineta. Cascadas de escasos metros pasan desapercibidas frente a otras que superan los 100 metros de altura, como en el caso del Salto del Carpín, situado en el Valle de Bujaruelo, donde el agua se precipita pulverizada desde 120 metros de altura, hasta caer en el Río Ara en el fondo del valle.
Cada cañón es diferente a todos los demás y cada cañón tiene un atractivo particular. Se trata de lugares sobrecogedores, donde la luz tamizada y el espumear del agua, te brindarán la posibilidad de experimentar sensaciones realmente intensas. Todo depende de ti. ¿Te atreves a vivirlas?
Y sobre todo no olvides lo que hemos hablado, reducir el número de accidentes, formarse y poseer una técnica depurada no es tarea de unos pocos. Además, la protección de un medio tan frágil también nos atañe a todos. En nuestra forma de actuar está la clave para que sigamos disfrutando de estos senderos de agua muchos años.
Bibliografía
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